En el tejido vivo de nuestra historia local, algunas figuras se alzan como faros, iluminando tanto el pasado como el presente. Una de esas figuras es Monseñor Juan Antonio Presas, conocido y amado por generaciones de moronenses como el “Padre Juan”. Su vida, dedicada a la fe, la comunidad y la historia, nos invita a reflexionar sobre las raíces que compartimos y el legado que preservamos.
Un inicio marcado por la fe y el conocimiento
Nacido el 28 de marzo de 1912 en la ciudad de La Plata, Juan Antonio Presas pronto demostró su vocación y pasión por el conocimiento. Su formación sacerdotal lo llevó a España, donde cursó Filosofía y se licenció en Teología. En la majestuosa Catedral de Santiago de Compostela, fue ordenado sacerdote el 25 de julio de 1938, marcando el inicio de un camino que habría de cruzar el Atlántico y dejar huella en nuestra tierra.
El 23 de diciembre de 1944, el joven sacerdote llegó a la Iglesia de Morón, que con el tiempo se convertiría en Catedral. Junto al entonces cura párroco Edmundo Vanini, se embarcó en la noble tarea de fortalecer la devoción a la Virgen del Buen Viaje, una tradición profundamente arraigada en el corazón de la comunidad. Su contribución más visible fue la construcción de la emblemática Ermita en 1948, diseñada por el ingeniero Ángel Macchi. Ubicada en Belgrano y Alsina, esta obra se convirtió en un punto de peregrinación y un símbolo de identidad para los católicos de Morón.
Custodio de la historia local
El Padre Juan no solo fue un hombre de fe; también fue un apasionado investigador y cronista de la historia. En 1954, publicó Morón. Contribución al estudio de su historia, un libro que marcó el inicio de una prolífica labor destinada a rescatar y documentar el pasado del distrito. Sus obras, como Reseña Histórica de Morón (1961), El Gallo de Morón (1963) y Nuestra Señora del Buen Viaje (1972), se convirtieron en referencias ineludibles para quienes desean comprender las raíces de nuestra comunidad.
La dedicación de Presas al estudio histórico trascendió lo escrito. En reconocimiento a su contribución, el Archivo del Instituto Histórico Municipal lleva su nombre, al igual que una plazoleta en la esquina de Santa Rosa y Arias, en Castelar. Estos espacios no solo honran su memoria, sino que también invitan a nuevas generaciones a explorar y valorar el patrimonio compartido.
Una vida de servicio
En 1951, tras el fallecimiento del Padre Vanini, el Padre Juan asumió el cargo de párroco de la Iglesia de Morón, donde permaneció hasta 1988. Durante esos años, no solo lideró la comunidad parroquial, sino que también desempeñó un papel clave en la Dócesis de Morón, siendo designado Vicario General en 1957 por el primer Obispo de Morón, Monseñor Miguel Raspanti. Su servicio en este cargo se extendió hasta 1993, reflejando una vida dedicada al cuidado espiritual y administrativo de la comunidad.
Un adiós lleno de significado
El 29 de abril de 2005, a los 93 años, el Padre Juan partió de este mundo. Al día siguiente, el Obispo de Morón, Monseñor Luis Guillermo Eichhorn, celebró una emotiva Misa de exequias en la Catedral de Morón. Sus restos fueron inhumados en un lugar que simboliza su legado: la Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje, la soberana patrona del Partido de Morón.
Herencia viva
Hablar del Padre Juan Antonio Presas es hablar de la memoria viva de Morón. Su ejemplo nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar nuestras historias y tradiciones, sobre el poder del conocimiento y la fe para construir comunidad. La huella del “Padre Juan” no se encuentra solo en sus libros o en las piedras de la Ermita; también está en cada rincón de nuestra ciudad, en cada gesto de devoción y en cada esfuerzo por mantener viva la historia.
Que su legado nos inspire a valorar nuestras raíces y a mirar el futuro con la misma pasión y dedicación que guiaron su vida.